Durante la presentación de “La depresión no se vence con las palabras”, nueva campaña apoyada por Janssen Italia, ha sido demostrado que una de cada cuatro personas en la propia vida sufre de enfermedades mentales.
La compañía farmacéutica del grupo Johnson & Johnson quiere poner en claro una enfermedad que todavía está incomprendida y muchas veces subestimada tanto por quien está enfermo cuanto por los parientes.
Cuando se habla de depresión se hace referencia a un trastorno del estado de ánimo caracterizado por una alteración del funcionamiento personal y social, junto a síntomas afectivas, cognitivas, comportamentales y somáticas.
Es importante destacar que la depresión es una enfermedad real y no debe ser confundida con tristeza o desmoralización pasajeras: en el mundo 300 millones de personas sufren de depresión, 40 millones en Europa, más de 3 millones en Italia. Los Estados Unidos están los más afectados, con 15 millones, y en la mayoría de los casos son adolescentes entre 13 y 19 años. La prueba es la muerte de jóvenes cantantes de rap, por suicidio o sobredosis, causada por la depresión para el logro de la notoriedad en poco tiempo y para la presión de demostrar sus cualidades (Lil Peep, Pop Smoke, XXX Tentacion, Juice WRLD). Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es una de las principales causas de discapacidad en el mundo y tiene una alta necesidad terapéutica, todavía no conseguida. En el mundo solamente 1 de cada 4 personas que sufre de depresión mayor recibe tratamientos oportunos y adecuados después del diagnóstico, ya bastante complicado.
Más o menos la mitad de los pacientes tiene que esperar más de 3 meses para acceder a los tratamientos psicológicos, el 10% espera más de un año para una inspección sanitaria. Durante la espera, y sin tratamientos específicos, el 40% de los individuos se lesionan y 1 de cada 6 pacientes intenta suicidarse.
Calcular los costes inherentes a una enfermedad podría parecer grosero, pero en realidad es importante para comprender el impacto en nuestra sociedad. Los efectos económicos de la depresión están subiendo: en 2007, por lo que respecta la European Economic Area, eran 136,3 millardos de euros, casi 307 euros cada habitante. Estos costes se dividen en 37 millardos para el gasto sanitario directo y en 99,3 millardos de potencial rendimiento perdido, calculado según el número de jornadas laborales perdidas a causa de cada episodio de depresión.
En Italia el coste directo anual por cada paciente enfermo es de 4.913 euros, que sube a 5.555 euros por los 130 mil italianos con formas de enfermedad resistentes al tratamiento.
Cuando nuestros queridos viven un momento de dificultad personal decimos palabras como “tienes que reaccionar”, “todo va a mejorar” y así por el estilo. Es lícito y síntoma de afecto, pero si la depresión se esconde detrás de la tristeza tampoco las palabras de estímulo pueden bastar para encarar el problema, porque una enfermedad necesita tratamientos médicos específicos.
El tratamiento más eficaz para luchar contra esta plaga social es simple, casi banal: hacer pocos esfuerzos, pero todos los días. Se puede empezar a sonreír o abrazar nuestros queridos cada día. Poco a poco se puede llegar a conseguir resultados sorprendentes, pero es necesario tener una muy fuerte voluntad y no darse por vencido frente a la primera dificultad, porque la depresión es una enfermedad, al contrario de lo que se piensa.